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Martes, 02 Junio 2015 16:47

Editorial especial CEC: Por una sociedad nueva, alejada de la vieja política y sus perversidades máximas: la desigualdad y la injusticia social.

Escrito por  Publicado en Editorial
 
Los españoles han hablado en las urnas, muy clarito y mediante un lenguaje nuevo. Tan nuevo como esas nuevas papeletas en las que han confiado. Opciones políticas nuevas -y renovadas- como contraposición al bipartidismo endogámico que desde hace mucho sufrimos.
 
Y han tenido que ser estos nuevos partidos, mejor dicho, plataformas de política ciudadana, las que han puesto sobre la mesa electoral unas papeletas con un deseo explicito: el deseo y la voluntad de cambiar el modelo actual.
 
Un modelo, este que vivimos, llamémosle neoliberal, liberal o como prefieran.... Pero un modelo, al fin y al cabo, cuya doctrina se nos presentaba como una especie de religión monoteísta socio-economica que negaba  toda posibilidad de que hubiera -o pudiera haber-, cualquier otro Dios u modelo socio-económico distinto al suyo al que uno pudiera encomendarse.   
 
Un monoteísmo este, el cual, de no seguir sus preceptos y ritos  (consumo exacerbado) y sus creencias (forma de vida materialista supeditada a la superioridad de una clase dominante sobre una mayoría dominada), sería considerado uno, algo así como un hereje que traiciona al único DIOS verdadero.
 
Esta condena explícita de tal herejía ha provocado que, tras los resultados electorales del 24 de mayo,  algunos de los principales popes de tal doctrina en España, como Esperanza Aguirre o Ana Palacio, hagan un llamamiento a la 'yihad', con el fin de crear una especie de cruzada o alianza que nos salve de tal herejía plenamente democrática que conforman esas nuevas plataformas y partidos en las que el pueblo ha confiado, y que -según los primeros- osan desobedecer la ley de ese único Dios que consideran legitimo: el neoliberalismo.
 
Este absurdo hecho, mayoritariamente generalizado por esa orden religiosa valedora de tal doctrina en España que es el Partido Popular español, parece no haberse enterado ni comprendido absolutamente nada de lo ocurrido. Parecen, como decía, no haber comprendido que los resultados indican que los ciudadanos tienen el deseo explicito de creer en otros dioses o modelos, no tan amargos, lejos de esa ideología a la que aún vivimos sometidos.
 
Estas elecciones y sus resultados ponen de manifiesto que gran parte de los ciudadanos de este país tiene ideas nuevas, renovadas y creen además en la posibilidad de realizarlas. Unas ideas contrapuestas absolutamente al modelo sociopolitico actual impuesto en España, el cual, para una gran mayoría es ya caduco, injusto, deficiente... y lo que está aún mas claro, está absolutamente corrompido y pervertido.
 
El resultado, pues, de estas elecciones del 24 de mayo en España es la consecuencia de una realidad muy alejada de las encuestas, tertulias y análisis mediáticos teatralizados que, interesadamente, ofrecen los medios generalistas de comunicación. Una realidad muy alejada también del punto de vista de esos auto-proclamados popes del poder y de las ideas políticas, cuya situación privilegiada les hacia pensar o sentirse, algo así como con el legitimo derecho de impartir doctrina, la suya, a todos los demás mortales que -supuestamente- están por debajo de ellos: me refiero a personajes como Aznar, Felipe Gonzales, Alfonso Guerra, Rosell, y otros muchos más.
 
Pero la realidad ha sido bien distinta, y esta realidad ha sido que la gente, los ciudadanos, están cansados desde hace mucho ya de las viejas monsergas, y ya no escuchan ni les interesan las palabras que desde sus púlpitos proclaman estos falsos gurús.
 
La realidad también es que la gente ya no acude desde hace bastante a esos lugares antes sagrados, llamados medios de información  generalistas, desde los cuales éstos distribuyen su doctrina. Lugares sagrados donde estos se van quedado cada vez más solos, más vacíos, pues los únicos que acuden a ellos son los feligreses de siempre que siguen sus dictados al pie de la letra... Los demás, el pueblo que despierta, los ciudadanos, han preferido ser libres, pensar de manera libre y votar igualmente de manera libre y, por tanto, tomar aire fresco y renovado del exterior que no seguir respirando el insoportable y viciado hedor que desprenden aquellos lugares de supuesto culto para algunos.
 
Se rompen, pues, en estas elecciones del 24 de mayo, las cadenas: las cadenas del sometimiento a una ideología, el liberalismo, y lo que es más importante, se rompen también las cadenas con esos políticos que aherrojaban a los ciudadanos...
 
Son tiempos de libertad: de un pueblo libre, de un tiempo para la política ciudadana, de un tiempo para la justicia social, de un tiempo para mirar por los más desfavorecidos, de un tiempo en definitiva para la concordancia y la equidad entre las personas, de un tiempo para humanizar ciudades, espacios, etc... En definitiva, de un tiempo nuevo para crear, entre todos, espacios de dialogo para construir una sociedad nueva.
 
Una sociedad nueva que, si no me equivoco, no volverá más a esas viejas catacumbas del pasado donde tanto daño se la hizo sufrir. Son tiempos, pues, de esperanza -y no de Esperanza Aguirre y smiliares-...